viernes, 6 de julio de 2012

Las canciones más versionadas de la historia (AUDIOS)


“Yesterday” (John Lennon/ Paul McCartney)
Así nació: El récord Guinness a la canción con más versiones nació sin el más mínimo esfuerzo. Una feliz mañana de 1965, Paul McCartney se levantó en un hotel parisino con la melodía entre los labios, y le pareció tan redonda que tardó tiempo en persuadirse de que no la había escuchado antes en ningún sitio. Más difícil resultó la letra: cuenta la leyenda que, durante días, su autor canturreaba como primer verso “scrambled eggs, oh baby, how I love your legs” (“Huevos revueltos; oh, cariño, cómo me gustan tus piernas”). La inspiración literaria no le llegó a sir Paul hasta el 27 de mayo de 1965 en Portugal, durante un viaje de cinco horas en coche entre Lisboa y Albufeira. Paul se aprestaba a pasar unos días de vacaciones junto a su chica de aquel entonces, Jane Asher, en una casa que les había prestado el guitarrista de los Shadows, Bruce Welsh. La idea del cuarteto de cuerda y los arreglos son gentileza de George Martin. Pero, por una vez, los Beatles no eran pioneros: Buddy Holly ya había recurrido a arreglos de cuerda mucho antes, con sus éxitos de 1958 It doesn’t matter anymore y True love ways.
“Blowin’ in the wind”(Bob Dylan)
Así nació: Ah, la incontinencia creativa. Cuentan que aquel Bob Dylan de 19 años que pugnaba por hacerse el rey del Greenwich Village neoyorquino se ventiló la letra de Blowin’ in the wind en diez minutos y se limitó a tomar prestada una vieja canción de esclavos, No more auction block, para la parte musical. Eran los años en que Dylan apenas se concedía unas pocas horas de sueño “para que no se le escaparan” las ideas que bullían en su cabeza. Esta pieza de, en apariencia, filosofía oriental tántrica, pudo escucharse por vez primera en el club Gerde’s, el 19 de abril de 1962, y un mes más tarde se reprodujo (letra, melodía y progresión armónica) en la portada del mítico número 6 de la revista Broadside. Un alumno de la universidad de Nueva Jersey, Lorre Wyatt, compró aquella revista, tocó profusamente la canción con su banda estudiantil y en 1963, cuando se editó el disco The freewheelin’, hizo creer al semanario Newsweek que Dylan le había robado el tema.
“Killing me softly with his song” (Lieberman/ Gimble/ Fox)
Así nació: Tras escuchar a Don McLean (ya sabes, el de American Pie) en el teatro Troubadour de Los Ángeles, la cantante Lori Lieberman se sintió fascinada y comenzó a escribir un poema titulado Suavemente me mata con su canción. De la música se acabaría encargando un equipo de probada solvencia, Norm Gimble y Charles Fox, los mismos del Oh, happy day. Lieberman estrenó el tema en un disco de 1971 que muy pocos padres guardarán en sus discotecas. Pero Roberta Flack descubrió la canción de marras en el hilo musical del avión, volando de Los Ángeles a Nueva York, y decidió ponerse manos a la obra. Era 1973.
“What a wonderful worl”’ (Bob Thiele/ George D. Weiss)
Así nació: La emocionante canción de Louis Armstrong se publicó en 1968 con el recelo del director de ABC Records, persuadido de que aquella “cursilada” no llegaría muy lejos. Armstrong accedió a percibir unos emolumentos muy discretos, 250 dólares, para asegurarse de que los músicos de la orquesta también cobrarían. La canción la habían escrito Bob Thiele –por entonces productor de Mingus, Coltrane o Charlie Haden– y George David Weiss, el mismo compositor que le entregó Can’t help falling in love a Elvis. Ninguno de los dos quiso reparar en el detalle de que ya existía un gran tema titulado (What a) wonderful world, ése de Sam Cooke que empieza “Don’t know much about history” y fue popular gracias a la tremenda escena de Único testigo, protagonizada por Harrison Ford. Pero este segundo Mundo maravilloso logró aún mayor popularidad.

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