David Goldman, periodista tecnológico que entre otros medios publica en CNN Money, escribe una interesante columna en la que reflexiona sobre el riesgo que existe de que con el lanzamiento de Windows 8, Microsoft aspira a convertirse en la próxima Apple: intentando repetir sus jugadas más brillantes, pero también sus movimientos más polémicos. Por primera vez, un sistema operativo de Microsoft va a incorporar una tienda de aplicaciones (Windows App Store), una tendencia que tras Apple ya han incorporado otros actores de la industria como Google, Amazon o Facebook.
Para Goleman, el lanzamiento de la tienda de aplicaciones de Microsoft supone un antes y un después, si tenemos en cuenta que se trata de un sistema operativo que está instalado en ocho de cada diez ordenadores de todo el mundo. Afirma el periodista, que “nos conduce hacia un mundo mucho más fragmentado”, en el que ya no compramos un dispositivo por sus características técnicas, si sobre todo teniendo en cuenta el ecosistema en el que se engloba.
Es verdad que con el lanzamiento de Windows 8, vamos a poder seguir instalando aplicaciones tal y como lo hacíamos con las versiones anteriores, pero también lo es que las aplicaciones que quieran adaptarse para funcionar sobre Metro, deberán pasar por la tienda de Microsoft.
Vamos por lo tanto a un mundo en el que cuentan más el bando al que pertenecemos (Google, Apple, Windows) que a otro mucho más deseable, con software estándar capaz de funcionar sobre cualquier plataforma.
Por otro lado, estos ecosistemas que controlan qué se puede instalar y qué no, pueden ejercer una presión brutal sobre muchas empresas desarrolladoras de software. Y si es cierto que los ejemplos en el mundo Apple son conocidos, también empiezan a “enseñar la patita” en Redmond, como lo demuestra la polémica entre Mozilla y Microsoft por su veto a la posibilidad de instalar Firefox sobre tablets equipados con Windows 8.
De la misma forma, la industria de los contenidos podría considerar interesante llegar a según qué acuerdos con una u otra plataforma (distribución de e-books, películas, videojuegos), excluyendo a grupos de usuarios en función de su plataforma. Podemos estar o no de acuerdo con la reflexión de Goldman, pero desde luego, merece la pena pararse a pensar sobre si este es el modelo mejor para todos.
Martha Padrino
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